El acto sexual de la lactancia, por Ileana Medina
La sexualidad humana de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud se define como: “Un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales."Es fácil ver que la lactancia cumple perfectamente con todos o casi todos esos parámetros.
La sexualidad comúnmente queda reducida a lo genital, lo coital y lo falocéntrico, olvidando que la sexualidad está presente de manera global en nuestras vidas, desde el nacimiento hasta la muerte. La energía sexual y la energía vital no son cosas diferentes.
El embarazo, el parto y la lactancia forman parte del ciclo reproductivo de la especie humana, y por tanto, de nuestra sexualidad.
La sexualidad del bebé humano se satisface sobre todo a través de la lactancia. No es una sexualidad pecaminosa, ni sucia, ni incestuosa, sino la sexualidad sana primaria básica. Chupando el pecho materno el bebé satisface su necesidad de alimento, pero también lo que los psicoanalistas llamaron “fase oral”, le proporciona placer, confort y seguridad.
El doctor Michel Odent escribió un libro con el mismo título que el libro más conocido de Reich pero en plural: Las funciones de los orgasmos. En él dedica un capítulo a lo que él llama la Vía Láctea, vía de sexualidad y también de trascendencia. Odent explica que no solo hay reflejo de eyección en la eyaculación, sino también en el parto (reflejo de eyección del feto) y en la lactancia (reflejo de eyección de la leche) y que ambos funcionan de manera similar a los orgasmos.
El parto y la lactancia son experiencias emocionales que pertenecen a la esfera sexual, reguladas por las mismas hormonas que se producen durante el acto sexual (oxitocina, adrenalina, prolactina, endorfinas...), y que son segregadas por el cerebro instintivo o mamífero.
La lactancia materna también debiera producir placer en las madres, y en muchas mujeres es así. El tabú sobre que la mujer pueda sentir placer sexual –y algunas incluso orgasmos- durante la lactancia es inmenso. Que los pechos sean órganos erógenos tienen que ver con su función primaria, con la lactancia, y no con la sexualidad coital.
Es por eso, que igual que cualquier otro acto sexual, la lactancia no puede ser prescrita, ni obligada, ni presionada. De hecho, la mayoría de la gente está convencida a nivel racional de que la lactancia es lo mejor para el bebé y para la madre, y aún así los índices de lactancia siguen siendo muy bajos. Podríamos preguntarnos por qué a pesar de eso los índices de lactancia siguen siendo tan bajos. Quizás tenga que ver con que no la vivimos como lo que es, un acto sexual, y por tanto para que funcione tiene que ser en un ambiente idóneo, relajado, sin estrés, en intimidad, sin reloj, sin medida, fluyendo en la entrega al bebé… fluyendo como un río, como la leche.
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