14.12.10

Nueva Mirada sobre la Navidad. Michel Odent

Un recién nacido entre un asno y un buey: muchos comparten hoy esta imagen simplificada de la Navidad. Mi propia imagen de la Navidad está inspirada en lo que aprendí de las mujeres que traían a su bebé al mundo en la más completa intimidad, sin sentirse guiadas u observadas. Está también influenciada por el Evangilium Jacobi Minoris, es decir, el protoevangelio de Jacques le Mineur (1). Este evangelio fue salvado del olvido, a mediados del siglo XIX, por el místico austríaco Jacob Sorber, autor de La infancia de Jesús (2). Según estos textos, José partió a la búsqueda de una partera. Cuando regresó, Jesús ya había nacido. Cuando la deslumbrante luz se atenuó, la partera se encontró ante una escena increíble, ¡Jesús ya había encontrado el pecho de su madre! La comadrona exclamó entonces: “¿Quién ha visto jamás un niño que apenas nacido tome el pecho de su madre?” Es el signo evidente de que este niño al convertirse en hombre, un día juzgaría según el Amor y no según la Ley. El día que Jesús estuvo listo para su llegada al mundo, María recibió un mensaje-un mensaje de humildad. Se encontraba en un establo, entre otros mamíferos. Sin decir palabra alguna, sus compañeros la ayudaron a comprender que en esa circunstancia debería aceptar su condición de mamífero. Debería sobrellevar su handicap de ser humano y quitarse de encima la efervescencia de su intelecto. Debería segregar las mismas hormonas que los otros mamíferos cuando dan a luz a sus bebés, haciendo actuar la parte primitiva del cerebro que todos tenemos en común. La situación era ideal para que María se sintiera segura. El “trabajo” pudo establecerse en las mejores condiciones posibles. Habiendo percibido el mensaje de humildad y aceptado su condición de mamífero, María se reencontró en cuatro patas. En tal postura, y en la oscuridad de la noche, ella se desconectó fácilmente del mundo. Poco después de su nacimiento, Jesús se encontró en los brazos de una madre extática, tan instintiva como puede serlo una madre mamífera que viene de parir. En una atmósfera verdaderamente sagrada, Jesús fue recibido y pudo, fácil y progresivamente, eliminar las hormonas del stress que necesitó segregar para nacer. El cuerpo de María estaba muy caliente. El establo mismo estaba cálido gracias a la presencia de los otros mamíferos. Instintivamente, María cubrió el cuerpo de su bebé con una ropa que tenía cerca de su mano. Estaba fascinada por los ojos de su bebé y nada hubiera podido distraerla del intenso intercambio de miradas que se establecía. Este intercambio de miradas le permitió alcanzar otro pico de oxitocina, lo cual provocó una nueva serie de contracciones uterinas que enviaron hacia el bebé un poco de la sangre preciosa acumulada en la placenta. Pronto la placenta fue liberada. Madre e hijo se sentían seguros. Al principio, María guiada por la parte del cerebro que compartimos con todos los mamíferos, estaba de rodillas. Luego de la liberación de la placenta, se puso de costado, con el bebé cerca de su corazón. En seguida, Jesús comenzó a mover la cabeza, a veces hacia la derecha, otras a la izquierda y, finalmente, a abrir la boca en forma de O. Guiado por el sentido del olfato, se acercaba cada vez más al pezón. María, que aun se encontraba dentro de un equilibrio hormonal particular, y por ello muy instintiva, sabía perfectamente cómo sostener a su bebé e hizo los movimientos necesarios para ayudarlo a encontrar el pecho. Fue así como Jesús y María transgredieron las reglas establecidas por los neocórtex de la comunidad humana. Jesús –un rebelde pacífico desafiando toda convención- había sido iniciado por su madre. Jesús mamó vigorosamente durante un largo rato. Con el sostén de su madre, salió victorioso de uno de los episodios más críticos de su vida. En breves instantes se había adaptado a la atmósfera y había comenzado a utilizar sus pulmones, se adaptó a las fuerzas de gravedad y a las diferencias de temperatura y entró en el mundo de los microbios. ¡Jesús es un héroe! No había reloj en el establo. María no necesitaba saber cuánto tiempo Jesús había tomado su pecho antes de dormirse. La noche siguiente, María durmió un sueño ligero. Estaba vigilante, protectora y preocupada de satisfacer las necesidades de la más preciosa de las criaturas terrestres. Los días siguientes, María aprendió a sentir cuándo su bebé tenía necesidad de ser mecido. Había tal acuerdo entre ellos que ella sabía perfectamente adaptar el ritmo del balanceo a la demanda del bebé. Siempre meciéndolo, María se puso a canturrear unas melodías a las que agregó algunas palabras. Como millones de otras madres antes que ella, María descubrió así las canciones de cuna. Jesús comenzó a aprender lo que es el movimiento y el espacio. Aprendió también lo que es el ritmo y, entonces, comenzó a adquirir la noción de tiempo. Entró progresivamente en la realidad espacio-temporal. Luego María introdujo cada vez más palabras al tararear sus canciones de cuna. Entonces Jesús absorbió su lengua materna. (1) Proto-Evangile de Jacques 19.2 Citado en: JesúsJean Paul Roux. Fayard, París 1989, p100. (2) Jacob Lorber. L´enfance de Jesús ou l´evangile de Jacques. Capítulo 16 Editions Helios, Ginebra 1983. Título original : Die Jugend Jesu, Stuggart 1852. Extracto del Libro: La Cientificación del Amor. EL Amor y la Ciencia Capítulo 19. Hacia una convergencia Ciencias-Tradiciones. Tercer Interludio. pag. 121. Autor: Michel Odent Editorial Creavida. 1999 Facilitador: Grupo Renaciendo Mar del Plata. La imagen que se presenta en el texto, es tomada de internet.

9.12.10

La Conciencia del Nacimiento

"El bebé recorre la vagina de la madre después de estar nueve meses en el útero, al abrigo de las inclemencias del mundo exterior, acunado en la ingravidez y en el placer. Sin embargo, no se ha mantenido ajeno a las vivencias de su madre. Sus sentidos en formación le permiten, dentro del útero, percibir los sonidos, la luz, los estímulos sensoriales. Es probable que, alrededor del sexto mes, empiece a estructurarse el mundo sensible de su yo, separándose del ser materno que lo contiene. Esto ocurre cuando se desarrollan las estructuras más elevadas del sistema nervioso en la corteza cerebral de la zona frontal. Aproximadamente alrededor de las cuarenta semanas (entre las treinta y ocho y las cuarenta y dos semanas se considera el palso de duración de la gestación humana), se produce el nacimiento en el acto del parto, acto que moviliza el psiquismo del bebé en el denominado trauma del nacimiento. ¿En qué consiste esta situación traumática? Hay una primera etapa que se inicia con el trabajo de parto. Hasta ese momento, la bolsa íntegra, las suavespresiones intrauterinas que masajean su cuerpito, un placentero sistema de ingravidez, el flujo sanguíneo del cordón, que lo provee sin esfuerzo del oxígeno y los nutrientes que necesita, las percepciones sensoriales y las situaciones de estrés o de placer de la madre, constituyen el mundo del bebé. Pero el flujo de sangre disminuye notoriamente con las contracciones iniciales, según su frecuencia, intensidad y duración. Es entonces cuando el niño por nacer comienza a experimentar las primeras dificultades ante el esfuerzo que se le demanda. Pero también empieza allí su adaptación a la vida extrauterina. Completada la dilatación, comenzará su recorrido por la vagina. Ceñido por la estrechez de la pelvis materna, el bebé deberá acomodarse flexionándose sucesivamente para transitar por esa especie de codo. El grado de dificultad de este pasaje dependerá del tamaño del bebé, de la capacidad de la pelvia materna, de la fuerza del útero para empujar al niño, de la posición que este adopte para recorrer la pelvis, de la resistencia o relajación de los músculos del periné. En definitiva, en definitiva, en esta primera etapa universal, se da una situación biológica inevitable, que constituirá ese "trauma" en el sentido del dolor de aquello que se pierde: la calidez del útero materno. Una segunda etapa que se presenta sin intervalo tiene que ver con la forma en que los brazos maternos reciben al niño. El abrazo de la madre, el calor de su regazo, el cordón que sigue latiendo intdemne hasta que por fin detiene, la ausencia de maniobras que maltratan (procedimientos de rutina casi siempre innecesarios) constituyen un recibimiento que alivia profundamente el paso a la vida extrauterina. Es este el aspecto del trauma que más hay que cuidar, el que tiene que ver con una actitud de amparo, de protección para con este ser tan sensible y vulnerable, que comienza a estructurarse como persona. " Libro: Parir con Pasión. Cap.I.: "¿Nacimiento Apasionado o Nacimiento Esterilizado? Autor: Carlos Burgo. Editorial: Longseller. 2004 La imagen que se muestra es un agregado nuestro tomada de internet. Facilitador: Grupo Renaciendo. Red de Mujeres Por la Humanización del Embarazo, Parto y Nacimiento del bebé

Ultimo Encuentro del Año!!!

Los Esperamos para seguir compartiendo y celebrar todo lo gestado
con tanto esfuerzo, amor y alegría...
GRACIAS!!!
Grupo Renaciendo

El Calostro Si es bueno

El calostro SI es bueno
(The Calostrum is good)
Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO,
Vol. 19. Numero 1.
Año 2007
En muchos países las madres creen que el calostro, esa primera leche que produce una madre cuando su hijo nace, es inadecuada para el bebé.
Hay la creencia de que es mala, que no alimenta y hasta que hace daño al bebé; que es un “líquido” que se debe desechar. Nada más alejado de la realidad.
El calostro contiene células vivas, circunstancia que lo hace muy parecido en su composición a la sangre.
Por ejemplo, contiene linfocitos que protegen al bebé contra muchas bacterias y virus.
Es rico en inmunoglobulinas: cada litro de calostro contiene 12 gramos de IgA, que protegen al bebé especialmente de problemas intestinales y que a medida que el bebé crece, va disminuyendo en cantidad1.
Estos anticuerpos protegen al bebé contra virus y bacterias sin que él tenga que gastar energía para hacerlo, dedicando todos sus esfuerzos a crecer.
Lactoferrina, que tiene la capacidad de matar las bacterias, lactalbúmina, lisozymas, carbohidratos, lípidos, citokinas, nucleótoidos, factores de crecimiento, vitaminas, minerales y otros componentes que suman más de 60, de los cuales 30 solo se encuentran en la leche materna, la componen; se interrelacionan unos con otros para ayudar al bebé a fortalecerse y a responder a las agresiones del medio ambiente.
Por eso, los primeros días:
- Amamante con frecuencia y lo más pronto posible después de que el bebé nace.
- Si no es posible amamantar al bebé en las primeras horas, trate de extraer con la mano o con un extractor eléctrico unas gotas de calostro mientras el bebé puede amamantar por sí mismo.
- Tome suficiente líquido, el que sea necesario para quitarle la sed. Ingiera comidas nutritivas.
- Duerma al menos una siesta durante el día.
- Deje que el bebé coma cada vez que desee, sin imponerle un horario. Los bebés comen cuando lo necesitan.
- Si el bebé amamanta cada vez que desea, toma el calostro, esa primera leche con mucha proteína, y poca grasa y carbohidratos. Es todo lo que él necesita durante los primeros días.
- No se asuste si siente que tiene poco calostro. Es lo normal. El calostro se produce en muy pequeñas cantidades, entre 1 y casi 3 cucharaditas al día. Esa cantidad de calostro es todo lo que el bebé necesita.
- Alojar al bebé en el mismo cuarto de la madre, desde el hospital, permite que ella perciba con rapidez sus señales de hambre sin dejarlo llorar.
- Muchos bebés recién nacidos piden comer con frecuencia, y demoran muy poco en el seno. Podríamos decir que, a la vez que el bebé toma el calostro, se está entrenando para la succión más adelante y está indicando al seno sus necesidades de alimento.
- Rodéese de personas que la apoyen y la animen.
La mejor ayuda que usted puede encontrar es para ayudarla con el oficio del hogar y la atención de los demás miembros de la familia.
- Las visitas los primeros días pueden legar a ser agobiantes para muchas madres.
Limitarlas unos días conviene al descanso de la madre y propicia el conocimiento de la nueva pareja.
Texto extraído de Educación Perinatal.
Facilitador: GRupo Renaciendo